Comentario diario

Vivir el presente como si no hubiera un mañana

Hoy he visto a dos personas a quienes se les ha puesto cara de susto. La primera era una mujer de sesenta años, con aspecto frágil, que me miraba como si yo fuera el echador de cartas que le fuera a decir que se iba a casar pronto con un príncipe muy rubio y muy valiente. Estaba rodeada de amigos que parecían alentarla en su desventura, o decirle ese tipo de frases que aparecen en las galletas de la suerte, ?adelante con la enfermedad, ella no podrá contigo?, ?tienes madera de montaña, siempre llegarás muy alto?. Cuando me acerqué a ella, le pregunté por qué quería hablar conmigo, me dijo que acababan de decirle que su cáncer era muy malo. No sé si un médico dice verdaderamente las cosas así, espero que no. El caso es que el médico debió hablarle con seriedad, y cuando un médico te mira a la cara y te dice ?no es lo que esperábamos?, vete haciéndote a la idea de que tu cáncer es muy malo.

Bueno, yo le dije que como era una mujer creyente, nos pusiéramos manos a la obra, ¿y eso qué significa?, me dijo. Pues vivir el presente como si no hubiera un mañana. Literal. Así es cómo vive quien sabe que hoy toca hacer todo lo que es profundamente humano según la medida de mis capacidades. Así me imagino que nos quiere Dios, con serenidad y hacia delante. No parpadeaba, estaba aún bajo el shock de la noticia, y le dije que es normal, que hoy no dormiría bien, pero que mañana será ?el hoy de una nueva etapa?. ¿Y qué necesito para esa nueva etapa?, me dijo. Exactamente lo mismo que en las etapas precedentes: la compañía del Señor, la calma interior y la cercanía de los tuyos. Es que creo firmemente que vivir es eso, todo lo demás es mundanidad, como decía el Papa Francisco.

La segunda cara de susto me la ha puesto una señora octogenaria que la operan hoy de algo de mucha enjundia con relación al corazón. Arterias que no van, irrigación general como de próstata en mal estado… Esta vez fue su hijo, ?mi madre no sabe que mañana la cosa puede salir mal?. Es decir, hoy ha sido un día en las que el género de noticias se ponía con cara de nubarrón. El Evangelio de hoy viene como al pelo. Se desencadena la tormenta en la barca, con el Maestro y los discípulos dentro. La cosa se pone fea y la tripulación empieza a perder los nervios. Y todos miran al Señor, como han hecho los enfermos de hoy, con esa cara de desesperados. Lo mejor es la respuesta del Señor, ?¿por que tenéis miedo, hombres de poca fe?. La verdad es como para ponerse a responderle, ?pues porque la tormenta se ha puesto muy seria, aquí ya nadie maneja el timón y a ti parece que nada de esto te importa?.

¿No es alucinante la seguridad del Señor? Es como si yo les hubiera dicho a mis enfermas de hoy , ?¿por qué tenéis miedo??. El Maestro ve siempre más allá y sabe que con Él no hay nada que tenga que ver con tribulación. Nada cae en saco roto. Nada es profundamente espantoso. Nada es rotundamente destructivo. Ahí estamos en fila con San Pablo, ¿quien podrá apartarnos del amor de Cristo?, ¿la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? En todo ello ?vencemos fácilmente? por Aquél que nos ha amado.

Quizá si nos lo tomáramos en serio, se nos quitaría la cara de susto.

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