Parroquia San Eduardo y San Atanasio

Están de moda los testimonios. Si no hay un encuentro o reunión donde no haya un testimonio parece que falta algo. Y si no has sido drogadicto, violador, delincuente habitual o sacrílego se queda en un testimonio de medio pelo. Fabrice Hadjadj, qué sí que tiene motivos para dar su testimonio de vida, dice en su libro ?La fe de los demonios (o el ateísmo superado)?: ?Los que reclaman mi testimonio trabajan, a pesar de ellos, para que me vuelva peor.? Puede parecer un contrasentido, pero muchas veces dando testimonio acabamos hablando de uno mismo y menos de Dios.

Jesús tomó la palabra y dijo:

«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».

Diez eran los que quedaron limpios, diez los que suplicaron ?ten compasión de nosotros?, nueve los que fueron a contarles a su familia lo bien que estaban. Uno el que volvió a Jesús.

Los testimonios son la foto de la hamburguesa en la McDonald?s, acercarse a Cristo es probarla. Se que esto no es muy popular decirlo, pero huyo de los testimonios como gato escalfado. Hoy estoy un poco enfadado de personas que me ponen de ejemplo a otros mientras faltan a la caridad, al respeto y a la fe?, y pretenden ser santos mientras se comportan como demonios. Tienen una ventaja, cuando me alguien me enfada rezo más por él y eso que se lleva (además de una bronca?, que no se me da mal). Os lo cuento que os hará gracia y llevamos años juntos. Esta tarde, además de preocupaciones personales, están colocando una valla alrededor de la parroquia para que no destrocen los jabalíes el jardín, que lo hacen casi a diario, había catequesis con los niños, tenía que dar un cursillo prematrimonial y el sacerdote que me ayuda llevaba el coche al taller y dependía de quien le traía. A los trabajadores que ponían la valla les han puesto problemas, a pesar de ser alguien unido a la parroquia, el cursillo se me había olvidado, pero saqué tiempo para darlo, hacer algo de caso a los niños de catequesis?, y desde las cinco y media de la mañana de pie la tarde se me hacía muy larga. Así que llego la hora, apurado, de dar la bendición con el Santísimo?, pero llegué a la hora, no, miento, llegué una hora antes, di la bendición y una de las tres personas que había al acabar me dice ¿no es muy pronto? Miré bien el reloj y me di cuenta de que había salido una hora antes. Pedí perdón, pero uno que llegaba en ese momento me faltó al respeto, media hora después me pidieron que volviera a exponer el Santísimo y aunque explique lo que había pasado y que sólo quedaban quince minutos y en el Sagrario está el Señor, me miraron como a un hereje que no cree en Cristo en la Eucaristía?, pero aquí estoy, sin día libre, con dos o tres Misas diarias, con preocupaciones verdaderas para que quien viene a rezar… maldiga…¿qué testimonio es ese? Pero soy imbécil, y me encanta serlo.

?Haced lo que Él os diga?  Lo que me digan los demás sinceramente me da igual, por muchos testimonios de otros que me cuenten.