Comentario diario
Parroquia San Eduardo y San Atanasio
- Oportunamente nos llega la parábola conocida como del ?hijo pródigo?. Un padre y dos hijos. Lo primero que me sugiere es la dificultad que tenemos para vivir cristianamente, esto es como ?hijos de Dios en Cristo?.
- El pequeño elige ?la libertad?, lejos de la mirada paterna, aunque pronto se da cuenta de que no es verdaderamente feliz. Se han disipado los bienes (¿qué representan la herencia malgastada?) y entonces piensa en su padre. Ya no se cree merecedor de la condición de hijo pero desea volver a su vera, porque al menos allí tiene qué comer.
- El mayor lamenta, al final de la parábola, que su padre no le haya mirado mejor. Interpreta que no se ha dado cuenta de todo su esfuerzo y dedicación. Interpretamos que antes se sentía vigilado y ahora descubre que no es así. Quizás la ?supuesta mirada indiscreta? de su padre lo mantenía laborioso.
- El padre ofrece su corazón. El padre espera. El padre se lanza y besa al hijo que vuelve, que ya daba por muerto. El padre sale a intentar convencer a su hijo mayor para que se una a la fiesta.
- Por el inicio del capítulo 15 de san Lucas, que también leemos hoy, podemos identificar al hermano pequeño con los publicanos y pecadores, que finalmente acogen la misericordia, y al mayor con el fariseo que critica la bondad de Jesús. Con todo, la parábola queda abierta, y no sabemos qué decisión última tomo aquel hijo?
- Lo que sí se nos muestra es la hondura del corazón paterno. Entrevemos su misericordia infinita y su preocupación singular por cada uno de nosotros. También sabemos que la realidad supera con creces el relato de la parábola pues el Hijo eterno se hizo hombre y vino en nuestra búsqueda?
- Meditando sobre el acto de consagración al Corazón Inmaculado de María que realizó el Papa Francisco y al que se unieron fieles de todo el mundo, pienso que, además de identificarnos bien con uno u otro o con ambos hermanos, hemos de unirnos también al deseo de Dios de que todos los hombres puedan percibir su perdón y su amor. En la segunda lectura san Pablo nos anima a ello: ?En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios?.